Las palabras del título que abren este artículo fueron pronunciadas hace unos dos mil años, y por su trascendencia podemos decir que hoy se podían aplicar como estrategia militar para triunfar tal como hizo el General que las pronunció. Del soldado que hablamos fue Cayo Julio Cesar, en uno de los momentos claves en la historia de Roma.
En este Imperio las Guerras Civiles fueron una constante, las rivalidades por el poder, las ambiciones por engrandecer una idea, Roma, las intrigas dentro de familias que se habían hecho con unos derechos inventados por ellos mismos y que moldearon las vidas de muchas personas que aceptaron la cultura romana, bien a la fuerza o por querer entrar en el juego de unos personajes que dominaban el mundo a su antojo.


Pero Pompeyo no conocía Cesar y con la confianza de que tenía superioridad militar y política decidió actuar. Por otro lado, Cesar no iba a consentir que un senado corrupto y el "adolescente carnicero" como le llamaban a Pompeyo, le obligara a licenciar sus legiones y dejar el mando o sería enemigo público de Roma, cuando había ampliado las fronteras como nadie lo había hecho antes desde los Escipiones.
La situación era la siguiente:
Pompeyo contaba con la flota marítima de Roma, 2 legiones veteranas en Italia, 8 legiones en Hispania, 1 en Siria, 1 en Macedonia, 1 en África y 1 en Sicilia.
Cesar contaba con la legión XIII en el Rubicón, 1 legión en Ravena y 8 legiones en las Galias.
Entonces cuando Cesar cruzó el Rubicón y se adentró en Italia tomando sin resistencia las ciudades que encontraba a su paso. Haciendo levas para sí de hombres y víveres como pertrechos para sus legiones. Mandó a Marco Antonio por el interior a Roma, mientras el bordeó la costa del Adriático para llegar Brundisium por donde Pompeyo escapaba junto con el senado hacia Oriente donde le esperaban el grueso de su ejercito y sus aliados, y poder enfrentarse a Cesar y derrotarlo.

Esto no detuvo a Cesar que envió a los Pirineos tres legiones para cortar el paso a las legiones de Pompeyo en Hispania, apoderándose de Marsella. Esto lo alentó y sin perder tiempo entro en tierras hispánicas llegando a Ilerda (Lérida) donde había esperándole cinco legiones bajo el mando de Afranio y Petreyo.
Esta batalla no fue épica, no hubo gran enfrentamiento, pero sí una estrategia de engaño que hizo que se rindieran, algunos se licenciaran y otros se unieran a las filas cesarianas, además de desmoralizar a las demás que estaban repartidas por toda la geografía hispánica siendo un paseo para Cesar, siendo una conquista y el principio del fin de Pompeyo.
La toma de Ilerda comenzó con un enfrentamiento donde los dos ejércitos se retiraron, los pompeyanos vieron que la superioridad de Cesar era evidente por lo que estos ofrecieron batalla en un lugar privilegiado en el monte, y al rechazarlo, estos entraron dentro de los muros de la ciudad esperando refuerzos o que Cesar se fuera.
A Cesar todo no lo tenia fácil, pues el puente que cruzaba el río Segre se derrumbó dejándolo aislado, así que lo remontó para encontrar un lugar con acceso para cruzarlo y mientras lo hacía iba estableciendo alianzas y reclutando hombres de las tribus indígenas para su causa.
Afranio decidió salir de Ilerda y refugiarse en Octogesa, pero es interceptado por la caballería cesariana haciendo que se rinda.
Este fue el principio de una larga guerra entre romanos y el fin de un sistema, engendrando uno nuevo llegando a ser glorioso, recordándolo por la eternidad.
Bibliografía:
arrecaballo
Wikipedia
Portalclasico
unahistoriacuriosa
enciclopedia-aragonesa.
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