viernes, 25 de diciembre de 2015

LA BATALLA DE SALAMINA, EL DESPERTAD DE OCCIDENTE

       
    
En la mañana del 25 de Septiembre de 480 a E.C. el rey persa y dominador de medio mundo, Jerjes I, observó lo que no estaba en su mente que pasaría, dando un giro a la II Guerra Medica.

Los persas situaron el trono de su rey en un promontorio justo frente al estrecho que hay entre Salamina y el continente; allí, todos estaban expectantes sobre lo que se produciría cuando la neblina matinal se levantase y los griegos vieran como la enorme flota de trirremes habían pasado por delante suyo sin que se hubieran enterado, aplastando a los traidores corintios que abandonaban a sus aliados y que serían frenados por los egipcios bajo el dominio persa que los esperaban a la salida de la Bahía de Eleusis.

Pero lo que no vio Jerjes, era que el mensaje que le había llegado por un traidor ateniense de la traición corintia, era un engaño para caer en la trampa de los griegos. Una vez le salió bien, pero es mucha suerte que dos veces sea verdad, y es que gracias a otro traidor pudo derrotar a Leonidas en las Termipolas, que le dio acceso a Atenas, la que incendió después de ser evacuada a  Salamina.

      

La estrategia fue impuesta por Temístocles, a pesar de que no fue escuchado para entablar batalla, pues los generales a cargo de la flota griega acaudillados por Euribíades, estuvieron de acuerdo en evacuar a los civiles desde Salamina dirección Italia. Fue una ardua disputa, pero se impuso la segunda idea.

Temístocles sin que los demás lo supieran envió al mensajero y le salió bien la jugada por dos cosas:

1- Porque le llegara el mensajero a Jerjes, alentando su sueño, de vengar la derrota de su padre Dario y convertir Grecia en una Satrapía (provincia, o gobernación).

2- Porque llegaba el invierno y esto haría que sus tropas unas 80.000, invernaran en Grecia, y esto atrasaría su objetivo un año más.

Y es que Temístocles tenía razón, viendo la resistencia de los espartanos en las Termopilas con muy pocos hombres, él entendió que su fuerza radicaría en atraparlos en el estrecho ya que en mar abierto las 400 naves griegas no tendrían nada que hacer ante las 700 persas.

      

Y la estrategia siguió su curso, las trirremes fueron entrando en el estrecho al amparo de la noche; los griegos no aparecen, los corintios se dieron a la fuga tal como se había planeado y Jerjes veía sonriente como todo salía como él esperaba. 

Pero algo inesperado sucedió, las naves persas se apelotonan por el poco espacio que tiene el estrecho, además se produce un oleaje que las trirremes se destabilizan y algunas encallan, otras chocan entre sí, cuando se escucha una trompeta y ven como las naves griegas se abalanzan contra ellas, de tal forma que son abordadas con la proa, llega la lucha cuerpo a cuerpo.

Los persas al ver a los griegos, viraron para encararlos, pero solo chocaron entre sí de nuevo, y muchos se quedaron atrapados entre los mastodontes amigos.

    

Los corintios cuando vieron que los egipcios estaban muy lejos y los griegos jónios, aliados de los persas, no los seguían se volvieron y atacaron a la vanguardia.

La flota persa fue masacrada, se perdieron 200 naves, y las demás escaparon como puedieron desperdigandose, pues el ejército persa era de muchos lugares, fenicios, griegos jónios, egipcios, anatolios, cilícios, etc. Por lo que la batalla estaba perdida.

Los griegos frenaron a los persas, y esto hizo que Jerjes abandonara su sueño, dejando sus tropas para defender sus fronteras, pero no valió, pues al cabo de un año las derrotas se volvieron a producir para dar paso a la hegemonía helena.

      

BIBLIOGRAFÍA:
Batalla de Salamina; La Aventura de la Historia, n* 203

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